Un niño con síndrome de Down lleva 3 meses esperando que Puig y Marzà le permitan estudiar en español
Un niño con síndrome de Down que vive en Valencia lleva 3 meses esperando sin respuesta a que el Gobierno valenciano, que preside el socialista Ximo Puig, y cuya consejería de Educación es responsabilidad de Vicent Marzà (Compromis) le permita estudiar en español. El menor se ve obligado a estudiar en valenciano en el colegio a pesar de que sufre un grave trastorno psicolingüístico que aconseja que su entorno utilice una sola lengua. En este caso, el español, dado que esa es su lengua materna.
Sin embargo, la Consejería de Educación de Vicent Marzà lleva más de 3 meses sin responder a la solicitud formal realizada por la madre del menor en este sentido, según denuncia Hablamos Español, entidad que defiende el derecho de los hispanos hablantes a utilizar esta lengua en las Comunidades Autónomas del Estado español.
La imposición lingüística en territorio valenciano llega a límites que nunca debieran alcanzarse. Este es el caso de una madre, cuyo hijo padece síndrome de Down con una discapacidad del 33%, reconocida hace más de dos años. La mujer, asesorada por Hablamos Español, reclamó a la Consejería de Educación valenciana que su hijo recibiera su educación en español en el colegio Pablo Neruda de Valencia, donde cursa sus estudios.
No era una petición caprichosa. El chico no entiende nada en clase, porque todo está en valenciano. Una circunstancia que se ve agravada porque el menor padece un importante trastorno del lenguaje, certificado, según el relato de Hablamos Español, por el informe del logopeda.
En dicho informe, se dice que muestra un retraso psicolingüístico importante, por debajo de su edad cronológica, y que para ir supliendo esas carencias e intentar que el niño sea oral es recomendable que todo el entorno que le rodea hable en un mismo idioma, con lo que se evitaría la confusión generalizada por la mezcla de términos en lenguas distintas. Y, dado que la lengua materna es el español, la recomendación es que utilice esa lengua y no otra.
El 5 de octubre, la madre del menor dirigió una petición a la Consejería de Educación valenciana con este objetivo: solicitaba que su hijo pudiese usar el español en sus actividades académicas y que pudiese, también, utilizar material didáctico (libros) en español, excepto en las materias denominadas lingüísticas. Pero 3 meses después, la madre del chico sigue sin recibir respuesta. Ni de Marzà ni del centro educativo, que según Hablamos Español alega que no tiene constancia de que exista esa petición formal. La madre está angustiada. De los libros, sólo dos son en español. Pero tanto las tareas de vocabulario, como de números son en valenciano, al igual que con las partes del cuerpo.
Gloria Lago, presidenta de Hablamos Español, ha calificado de «aberración» que se negara a un niño hablar en la lengua materna. Si, además, el niño tiene necesidades educativas especiales, entramos en el campo de la «crueldad». Según Lago «ponen la conservación de una lengua por encima de los derechos y bienestar de los niños y, encima, pretenden decir que es por su bien». Su caso es paradigmático. Este menor no es el niño de Canet, pero como aquel, sufre en carne propia las consecuencias de esa sectaria imposición lingüística.